Dejamos atrás el pueblo bereber y continuamos ascendiendo por el valle de Ourika. La cerámica comparte espacio en las orillas con algún reclamo publicitario, camellos para los turistas y talleres de artesanía a pie de carretera. Nuestra siguiente parada es la inevitable cooperativa de aceite de argán. Un chiringo montado para explotar a los turistas pero que nuestro chófer Najim ha querido incluir en su ruta (supongo que a cambio de la correspondiente comisión). A mi no me va el asunto pero mi compañero de viaje pica y se lleva una botellita del preciado líquido oleoso, que lo mismo sirve para curar enfermedades que para hacerte la más bella del pueblo. Incluso para comer, es de uso universal oye.
Seguimos monte arriba y llegamos al bullicioso y pintoresco pueblo de Setti Fatma, a orillas del río Ourika y antesala de nuestro pequeño paseo en el Atlas. Estamos fuera de temporada, pero el río sigue repleto de mesas de restaurantes que proponen al turista refrescarse comiendo en mitad del cauce, rodeado por frescas aguas. Dejamos a nuestro chófer comiendo y nos dirigimos hacia el sendero de las siete cascadas de Ourika.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Viajando sin guíasUn blog para viajeros alérgicos a las colas y los souvenirs. Si te gusta viajar barato y conocer a fondo las ciudades, este es tu blog. Pedro FerrerViajero, fotógrafo, senderista, buceador y aficionado a la cerveza. Categorías
Todos
Archives
Marzo 2020
|