Nunca estuvo en mis planes conocer Petra, entre otras razones porque tiene pinta de trampa para turistas y suelo huir de esos sitios. Aunque sea espectacular, aguantar el ritmo y ambiente de esos lugares abarrotados me pone de los nervios.
De todos modos una pareja de amigos me propusieron acompañarme en mi viaje a Eilat para bucear en el Mar Rojo y de paso hacer una escapadita a ver Petra y el desierto de Wadi Rum. El cambio de planes parecía sencillo pero tuvo complicaciones y un sobrecoste no esperado. Para empezar mis vuelos eran a Israel, y cruzar la frontera es complejo y caro. Aqaba y Eilat son frontera en el golfo de Aqaba, cada uno con apenas una decena de kilómetros de costa. Y su frontera es de las de verdad. Kilométricas hileras de alambradas, altos muros, torretas de vigilancia, ejército armado hasta los dientes, pocas bromas. Además, tanto Israel como Jordania cobran unas tasas desorbitadas por cruzar. 25€ los israelíes y hasta 90€ los jordanos, en función de cuantos días pernoctes en su territorio y si visitas Petra o no (haciendo 3 noches no te cobran la visa y la entrada a Petra son 60€). No te dejan cruzar con coche de alquiler, así que hay que usar un taxi para llegar desde Eilat hasta el puesto fronterizo, y otro taxi al otro lado para llegar a Aqaba. Lunes: tres inmersiones seguidas en Eilat. Acabamos a las cuatro de la tarde. Taxi a la frontera, llegamos de noche al hotel de Aqaba. Martes: otras tres inmersiones seguidas en el Mar Rojo, esta vez desde la costa jordana. Mis amigos no bucean así que pasan la mañana en Aqaba, alquilan un coche y me recogen en el centro de buceo. Comida en el coche, camino del desierto de Wadi Rum. Llegamos al centro de visitantes al atardecer. Nos trasladan al interior del desierto en todo terreno, cena y noche en campamento bereber, excursión nocturna. Madrugón para ver amanecer, paseo en 4x4 (había previsto volar en globo, pero la fuerza aérea jordana había prohibido volar esos días porque estaban rodando una película en el desierto así que lo cambiamos por este paseo en coche), desayuno y de vuelta al centro de visitantes. Conducimos hasta Petra, llegando sobre las once de la mañana. Entramos a Petra, atravesamos el desfiladero de Siq, llegamos al tesoro (petado de gente) y no nos detenemos (era lo previsto por la hora), avanzamos hasta la calle de las fachadas (también con gente) y nos desviamos subiendo los ochocientos escalones hasta la tumba de renacimiento, con magníficas vistas en altura y poca gente. Bajamos y nos adentramos en el valle de las tumbas reales. Hay gente pero se puede soportar. Paramos a comer antes de subir hacia el monasterio (aquí hay muucha gente molesta). Acabamos y nos dirigimos a otra ascensión larga con escaleras en algunos tramos. Como esperaba, al llegar al monasterio ya hay poca gente. Disfrutamos las vistas desde lo más alto, y bajamos poco a poco cuando el sol ya está ocultándose, llegando al tesoro con poca luz pero - muy importante- con aún menos gente. Fotucas de rigor y a la puerta ya de noche. Hemos andado unos 16km y está visto prácticamente todo. Coche sin descanso hasta Aqaba para entregarlo, cervezas cena y a dormir. Miércoles: Madrugón, taxi acordado la noche antes para que nos lleve rápidamente a la frontera para estar los primeros antes de que abra a las siete (a las ocho tenemos el autobús al otro lado que nos debe llevar al aeropuerto). El paso de frontera se complica. A pesar de estar allí los primeros, no nos dejan pasar hasta que hayan cruzado todos los trabajadores jordanos que trabajan en Eilat. Cuando ya nos van a dejar pasar llegan dos autobuses de rusos, momento de carrera y codos para alcanzar los puestos de aduana, conseguimos cruzar ya mezclados con todos los rusos, al otro lado agarramos un taxi y veloces a la estación de autobús....... y llegamos con media hora de adelanto. Café y al bus. Vuelo de regreso. Como ves la escapada relámpago fue intensa y por momentos estresante. No te voy a negar que Petra es muy bonito y merece la pena ser visto, pero tras conocerlo me mantengo en mi idea inicial (trampa de turistas). Ya te iré contando momentos de la visita. De momento vamos a ver el desfiladero de entrada. El Siq es un estrecho cañón de poco más de un kilómetro, con paredes entre 90 y 180 metros de altura y una anchura en algunos tramos de apenas 3 metros. Al salir de este desfiladero aparece la icónica imagen de Al-Jazneh (el tesoro), escenario de varias películas como Indiana Jones o La Momia. Como te contaba antes, no nos vamos a detener ahora, hay demasiada gente (de hecho muchos turistas no pasan de aquí, se hacen la foto y vuelta al autobús para seguir ruta). Nosotros ya lo contemplaremos a la vuelta, cuando se hayan marchado todos.
0 Comentarios
|
AutorEscribe algo sobre ti mismo. No hay que ser elegante, sólo haz un resumen. ArchivosCategorías |