Ascendiendo por el valle de Ourika, nuestro próximo destino en la excursión por el Atlas, hacemos una parada en una aldea bereber. Nuestro chófer Najim nos guía a través de las empinadas callejuelas hasta una casa donde nos reciben amablemente, ofreciéndonos un té y una visita a toda su casa. En realidad es una parada turística donde todos los guías llevan a sus rebaños, pero en esta ocasión la oportunidad de ver cómo vive el pueblo bereber fue interesante. Con muros de adobe, sin agua corriente ni luz eléctrica, varias generaciones de la misma familia conviven en esa vivienda colgada en escarpada ladera de la montaña. Una vida dura que ellos llevan con una sonrisa en los labios y una hospitalidad que sorprende para un europeo acostumbrado a mantener la distancia con los desconocidos.
Me resultó curioso ver la foto de su rey en la pared, y al parecer es habitual. Lo que no me quedó claro es si son monárquicos convencidos o están un poco obligados a ello. La artesanía de este pueblo es admirable. Su famosa cerámica es muy llamativa. Durante la ascensión a Ourika, decenas y decenas de kilómetros con todo tipo de vasijas, desde los sencillos recipientes que utilizan para cocinar el tajín, hasta sofisticados y coloridos jarrones, miles y miles de piezas se asoman en ambas orillas de la carretera. No creo que los turistas carguen con esas piezas en el avión, así que supongo que se trata de mercado interno.
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Viajando sin guíasUn blog para viajeros alérgicos a las colas y los souvenirs. Si te gusta viajar barato y conocer a fondo las ciudades, este es tu blog. Pedro FerrerViajero, fotógrafo, senderista, buceador y aficionado a la cerveza. Categorías
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Marzo 2020
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